miércoles, 8 de octubre de 2008

BURGOS 2008


Desde pequeño, mi padre me relataba sus años mozos en Burgos. Aquellas narraciones hechas de manera prolija (buena herencia que yo he transmitido a mi hija Marina: "de tal palo...") y llenas de anécdotas sobre las gentes, los paisajes, la climatología y la gastronomía de la zona, hicieron que, a la menor oportunidad fuese a visitar de estas maravillosas tierras. Ya llevo tres años acudiento al concurso de pintura "Catedral de Burgos". Esta vez una novedad: se vino toda la familia, y Marina y Miguel (hijos y, sin embargo, alumnos) pintaron también. Además, yo empleé por primera vez al aire libre la técnica de las tintas chinas y estilográficas, trabajando sobre el cuadro en negativo (partiendo del negro). La ocasión se merecía esta innovación, dado que es un concurso poco figurativo y muy amigo de la abstracción o el minimalismo... "ya ves tú", ¡con esta impresionante catedral que es todo menos minimalista! Pasamos frío, quién lo diría, con los calores que tenemos por Cartagena, pero nos calentamos con unas morcillicas de Burgos que nos recobraron la vista (ciegos íbamos entre el hambre, el frío y la explosión de tanta belleza de la ciudad); cosa que, con toda seguridad le habría venido bien que le dieran al jurado del concurso.
Por cierto, no se puede despedir a cientos de personas venidas de toda España sin permitiles ver las obras seleccionadas, pendientes de una voz en off, que no dio la cara, avisando que recogieran los cuadros y a casita. No pasa esto en ningún concurso. Es una pena, esta ciudad y esta catedral no se merecen estas maneras.

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