La capacidad de crear "obras de arte" y sobre todo de valorarlas, disfrutarlas, atesorarlas y, ¿porqué no? de comerciar con ellas es, sin duda, lo que nos eleva un paso por encima del mono. El problema es que hay quien pretende situarse otro paso más por encima del resto del personal y necesitan distinguirse minoritariamente, rechazando lo que gusta a todos. Es cierto que la cultura y la formación ayudan a darnos criterio a la hora de valorar una obra de arte, pero no es cierto que porque algo guste al "gran público" ha de ser malo. Si algo está quedando en evidencia es que el afán provocativo no puede ser el motor del arte puesto que ya no nos asustamos de nada, ni de lo feo, ni de lo desagradable, ni de lo abyecto. Llega un momento en que lo "arriesgado" va a ser provocar con la no provocación. La pintura sigue viva y no está todo inventado. Hemos de aprender de la música: es cierto que solo hay siete notas y que muchas composiciones recuerdan a otras... y en pintura igual, todo está inventado, pero si te acercas, en la sutileza hay millones de posibilidades de crear algo nuevo.
1 comentario:
Lo que más me gusta de Javier es su sensibilidad, su deseo de perpetuidad de las cosas. Imagino que es una forma más de amar la vida, un anhelo de que lo bonito, o lo simple, o lo cotidiano, no sea devorado por el viento ni camuflado por el olvido…que sea capaz de fotografiar los plásticos rotos de un invernadero y parezcan bellos es un don que sabe aprovechar muy bien. Pero Javier es más generoso que esto que escribo; también nos regala todos esos sentimientos internos a través de la pintura…y qué difícil conseguir esa unidad con el pincel, la pintura y el alma del artista… Pero más difícil aún es contemplar toda su obra y quedarse indiferente…
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