Llevo varios meses enfrascado en una tarea apasionante: acercarme a la ciudad de Cartagena con ojos nuevos, pintarla como si se tratase de cualquier otra, de esas que he ido recorriendo estos últimos años, llegando con mi coche cargado de pinturas, pinceles, espátulas... y con ánimo de guardar toda su belleza o, al menos, un pálido reflejo de ella en un breve instante de su devenir eterno.
He recuperado para mi blog este cuadro de Hellín, hoy en su Museo de Arte Contemporáneo, una de mis obras preferidas, no sé si por esa mirada del caminante...
Con ese ánimo he afrontado mi regreso a casa, a esta trimilenaria ciudad meditérránea: esta ciudad antigua y renovada que quiero mirar como si fuera la primera vez.
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